Introducción
Imaginá esto: estás manejando, en el supermercado o incluso viendo una serie, y de repente tu corazón comienza a latir con fuerza.
Sentís una opresión en el pecho, te cuesta respirar, tus manos tiemblan, y tu mente lanza un pensamiento aterrador:
“Me está pasando algo grave. Voy a perder el control. O peor… me voy a morir.”
Ese momento —tan real, tan intenso y tan aterrador— es lo que muchas personas describen como un ataque de pánico.
Y aunque la sensación es de emergencia médica, en la gran mayoría de los casos no hay ningún peligro físico real.
Lo que está ocurriendo es una reacción del sistema nervioso, activada por miedo al propio miedo.
La buena noticia: los ataques de pánico no son peligrosos y pueden tratarse con éxito.
La clave está en comprender qué son, cómo se manifiestan y qué hacer cuando aparecen.
Qué es un ataque de pánico
Un ataque de pánico es un episodio súbito de miedo o malestar intenso que se acompaña de síntomas físicos y cognitivos.
Aparece sin aviso, alcanza su punto máximo en pocos minutos y suele dejar a la persona completamente agotada.
Durante un ataque, el cuerpo actúa como si estuviera frente a una amenaza inmediata —aunque no la haya—, liberando adrenalina y activando el sistema nervioso simpático. Es decir: tu organismo entra en modo “lucha o huida”, como si tuviera que escapar de un peligro.
Lo que hace tan angustiante esta experiencia es que la amenaza no está afuera, sino dentro del propio cuerpo.
El corazón, la respiración, la vista o el equilibrio se alteran, y eso alimenta aún más el miedo.
Síntomas comunes de un ataque de pánico
Aunque varían en cada persona, los síntomas más frecuentes incluyen:
- Palpitaciones, taquicardia o sensación de que el corazón “late fuerte o salta”.
- Dificultad para respirar o sensación de asfixia.
- Opresión o dolor en el pecho.
- Mareo o sensación de desmayo.
- Sudoración intensa o escalofríos.
- Temblores o sacudidas musculares.
- Sensación de irrealidad (desrealización) o de estar fuera de uno mismo (despersonalización).
- Náuseas o molestias abdominales.
- Entumecimiento o hormigueo.
- Miedo a perder el control, volverse loco o morir.
El ataque suele alcanzar su punto máximo entre los 5 y 10 minutos, aunque la sensación subjetiva puede parecer eterna.
Después, la persona queda con una mezcla de cansancio, confusión y miedo a que vuelva a suceder.
Ejemplo cotidiano: cómo se siente realmente
Lucía, 28 años, estaba en una reunión de trabajo cuando empezó a notar que su corazón se aceleraba. Pensó que tal vez era nerviosismo, pero en segundos sintió que no podía respirar, que el aire “no entraba”.
Su mente gritaba: “me está dando un infarto”.
Pidió salir, corrió al baño, y mientras se miraba al espejo, temblando, creyó que iba a perder el conocimiento.
En realidad, lo que le ocurría era una respuesta exagerada del cuerpo ante una señal falsa de peligro.
Su respiración rápida provocó cambios en los niveles de oxígeno y dióxido de carbono, generando mareo y más sensación de falta de aire, lo que reforzó el pánico.
Esa experiencia fue tan intensa que, desde entonces, Lucía empezó a evitar reuniones, viajes y lugares donde “no pudiera escapar”. Así es como los ataques de pánico pueden transformarse en trastorno de pánico si no se tratan.
Qué ocurre en el cuerpo durante un ataque de pánico
Para entender por qué se siente tan real, hay que mirar lo que pasa dentro del organismo:
- Se activa el sistema nervioso simpático.
Tu cerebro (específicamente la amígdala) interpreta una amenaza, aunque no la haya.
En milésimas de segundo, se libera adrenalina. - El cuerpo se prepara para la acción.
Aumenta el ritmo cardíaco, se acelera la respiración y los músculos se tensan para “huir o pelear”. - Aparecen sensaciones físicas intensas.
Palpitaciones, mareo, sudor o sensación de irrealidad.
Estas sensaciones asustan, y el miedo retroalimenta el ciclo. - El ataque se intensifica.
Cuanto más intentás detenerlo o escapar, más adrenalina circula.
El cuerpo entra en un bucle que solo se interrumpe cuando la persona deja de luchar contra las sensaciones y las deja pasar.
Comprender este mecanismo es clave: el pánico no es una señal de peligro, sino una alarma que se disparó por error.
Por qué ocurren los ataques de pánico
No surgen de la nada, aunque así lo parezca. Algunos factores frecuentes son:
- Estrés acumulado o sobrecarga emocional.
- Falta de sueño o descanso.
- Consumo excesivo de cafeína, nicotina o estimulantes.
- Etapas de cambio vital o incertidumbre (mudanzas, rupturas, responsabilidades nuevas).
- Estilo de pensamiento catastrófico o hipervigilante hacia el cuerpo.
- Historia familiar de ansiedad o trauma.
El primer ataque muchas veces llega “sin motivo”, pero después del susto inicial, el miedo a que vuelva se convierte en el principal disparador.
Ese miedo secundario es lo que sostiene el trastorno de pánico, no el ataque en sí.
El ciclo del miedo al miedo
El pánico se mantiene por un fenómeno muy característico: el miedo al propio miedo.
El proceso suele ser así:
- Aparece una sensación corporal normal (por ejemplo, un latido fuerte).
- La persona la interpreta como peligrosa (“me está pasando algo grave”).
- Esa interpretación dispara más miedo.
- El miedo genera más síntomas físicos (taquicardia, mareo).
- Se refuerza la creencia de que “algo terrible está ocurriendo”.
Así se forma un ciclo de retroalimentación que se repite hasta que la persona aprende a no reaccionar con alarma ante las señales corporales.
La Terapia Cognitivo-Conductual se enfoca precisamente en romper ese ciclo.
Cómo puede ayudarte la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)
La TCC es el tratamiento más eficaz y validado científicamente para los ataques de pánico.
Su objetivo no es eliminar completamente las sensaciones, sino enseñarte a interpretarlas de una manera diferente para que dejen de ser aterradoras.
Durante el proceso terapéutico, se trabajan tres ejes principales:
1. Psicoeducación
Entender qué es el pánico y cómo funciona el cuerpo durante un ataque.
Cuando comprendés que lo que sentís no es peligroso, el miedo pierde fuerza.
2. Reestructuración cognitiva
Se exploran los pensamientos automáticos del tipo “voy a morir” o “me voy a volver loco” y se reemplazan por interpretaciones más realistas:
👉 “Esto es ansiedad, no un infarto.”
👉 “Mi cuerpo está respondiendo al miedo, pero va a pasar.”
3. Exposición interoceptiva
Es una técnica donde la persona se expone de manera gradual y controlada a las sensaciones físicas que teme (por ejemplo, respirar rápido o girar para sentir mareo).
Así aprende que esas sensaciones no son peligrosas, y el sistema nervioso deja de reaccionar con pánico.
A medida que el miedo disminuye, también lo hacen los ataques.
Qué hacer (y qué no hacer) en medio de un ataque
Cuando el pánico aparece, la reacción natural es luchar o escapar. Pero eso solo alimenta el ciclo.
Estas son algunas pautas generales que pueden ayudarte en ese momento:
✅ Qué hacer:
- Recordá lo que está pasando: “Esto es ansiedad. No es peligroso. Va a pasar.”
- Permanecé quieto o sentado si podés. No intentes huir del lugar.
- Respirá lento y profundo, pero sin forzar. Una respiración controlada (inhalar 4 segundos, exhalar 6) ayuda a estabilizar el sistema.
- Observá las sensaciones sin juzgar. Imaginá que las mirás desde afuera, como si fueran olas que van y vienen.
- Dejá que el cuerpo termine el ciclo. Ningún ataque dura para siempre.
🚫 Qué no hacer:
- No te chequees el pulso ni trates de “comprobar” si estás bien.
- No busques escapar o pedir garantías (“¿seguro que no me pasa nada?”).
- No te digas “no debería sentir esto”.
- No intentes suprimir las sensaciones: cuanto más luchás, más duran.
Ejemplo de afrontamiento guiado
Supongamos que estás en un avión y comienza un ataque.
Tu mente grita: “No puedo salir de acá. Me va a dar algo.”
En ese momento:
- Notás las sensaciones (“mi pecho está tenso, mi respiración es corta”).
- Nombrás lo que está ocurriendo: “Esto es ansiedad. No peligro.”
- Llevás la atención al presente: el asiento, el sonido, el peso de tus pies.
- Respirás suave y largo.
- Esperás.
Y lo que parecía insoportable empieza a disminuir.
Cada vez que atravesás un ataque sin huir, enseñás a tu cerebro que el pánico no tiene poder real sobre vos.
Cuándo buscar ayuda profesional
No todas las personas que tienen un ataque de pánico desarrollan un trastorno, pero deberías considerar buscar ayuda si:
- Has tenido más de un ataque inesperado.
- Vivís con miedo constante a que vuelva a ocurrir.
- Evitás lugares o actividades por temor a un ataque.
- Sentís que tu calidad de vida, trabajo o relaciones se ven afectadas.
La TCC ofrece resultados comprobables, y en muchos casos se combina con intervenciones médicas o mindfulness estructurado según el caso. Lo importante es que el tratamiento es seguro, progresivo y altamente eficaz.
Cómo es el proceso de recuperación
Superar los ataques de pánico no significa que nunca más tendrás ansiedad.
Significa que sabés cómo responder cuando aparece, sin entrar en el círculo del miedo.
El proceso suele incluir:
- Comprender lo que pasa.
Saber que los síntomas son inocuos y temporales. - Exponerte gradualmente a las sensaciones temidas.
Hasta que dejan de asustarte. - Cambiar la relación con la ansiedad.
Dejar de luchar contra ella y verla como una señal que podés manejar. - Recuperar la confianza.
Aprender que tu cuerpo no te traiciona: simplemente necesita una nueva forma de interpretar el miedo.
Con tiempo y acompañamiento, la mayoría de las personas logra volver a su vida normal sin temor al pánico.
Un mensaje final
Tener un ataque de pánico no significa que estés perdiendo la cabeza ni que algo grave esté por pasar.
Significa que tu cuerpo y tu mente están respondiendo de forma exagerada a una alarma falsa.
Y, como toda alarma, puede reprogramarse.
Buscar ayuda no es señal de debilidad, sino de inteligencia emocional y autoconciencia.
Con la orientación adecuada, podés aprender a calmar tu sistema nervioso, retomar el control y vivir sin miedo a tus propias sensaciones.
La calma no llega cuando eliminás el miedo, sino cuando aprendés que podés sentirlo sin dejarte arrastrar por él.
Y ese cambio —aunque parezca pequeño— transforma completamente la forma en que vivís.
✅ No enfrentes tus ataques de pánico solo. Podés recuperar el control.
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📊 Otra lectura que suma: Síntomas de Ansiedad Generalizada: Cómo Reconocerlos
Enlaces externos sugeridos:
- Psychology Today – “How to Tell the Difference Between Anxiety and Panic” (artículo de divulgación profesional) Psychology Today
- GoodTherapy – “Panic Attacks vs. Anxiety Attacks” (comparativo claro) goodtherapy.org
- PsychCentral – “Panic Attack vs. Anxiety Attack: What’s the Difference?” (artículo especializado) Psych Central






